Terra Sancta México
Peregrinaciones

Viajando por Tierra Santa


La Tierra Santa es el territorio geográfico que comprende los sitios en los cuales se desarrollaron pasajes de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, específicamente es la tierra donde Jesús vivió y predico.

Una peregrinación a Tierra Santa es un viaje especial que no solo es de ocio, ni de turismo, es un viaje espiritual, en el cual se recorren las huellas de Jesús, justo en el mismo lugar donde se hizo presente, convirtiéndose en un viaje obligado para todos aquellos devotos cristianos.

En Tierra Santa se pueden visitar lugares como Nazaret, Monte Tabor, Cana, Cafarnaum, Monte de las Bienaventuranzas, Magdala, Tabgha, Mar de Galilea, Haifa, Monte Carmelo, Cesárea, Ein Karem, Belén, Jerusalén.



Decálogo de peregrinaciones a Tierra Santa. Por el P. Jesús de las Heras (2005)

Tomado de Catholic Net


Escribí este decálogo en la tarde del domingo 4 de diciembre en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv.


Una semana después, al volver a leerlo, experimento el gozo y el privilegio del don recibido de una nueva peregrinación a Tierra Santa. Bendito sea el Señor que ha hecho, para mí y por mí, prodigios en la ciudad amurallada y en la Tierra Santa. Bendito sea el Señor y gracias a los hombres que en esta ocasión lo han hecho posible. Amén.


Y mientras sigo pensando en regresar a Tierra Santa. -"Al que viene en Jerusalén"- ofrezco este decálogo de conclusiones.


1.- Peregrinar a Tierra Santa es don inmenso de Dios, es gracia colmada y rebosante, es espléndida oportunidad para conocer el país de la Biblia y la tierra de Jesús. ¡Qué bueno y qué grande sería si todos los cristianos pudieran peregrinar siquiera una vez a Tierra Santa! Peregrinar a Tierra Santa como es don es también tarea el ser testigo de ello.


2.- Peregrinar a Tierra Santa es continuar, prolongar, actualizar y empalmar en una larga y venerable tradición de peregrinos a lo largo de los siglos. Son los miles y millones de peregrinos anónimos. Son peregrinos ilustres como Egeria, Santa Elena, San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, Beato Charles de Foucauld o los Papas Pablo VI y Juan Pablo II.


3.- Peregrinar a Tierra Santa no será tanto la búsqueda milimétrica y científicamente indudable de los mismísimos lugares del Señor -la mayoría de ellos así contrastados ya por la historia, por la arqueología y por la exégesis bíblica y crítica- cuanto abrirse a su geografía, a su paisaje, a su paisanaje y a la dos veces centenaria tradición.


4.- Peregrinar a Tierra Santa es también contradicción, paradoja, hasta, en algunos casos, dolor y escándalo. Tierra Santa ha sido la porción territorial más disputada de la historia. Y así lo sigue siendo. Tierra Santa es santa y sagrada para las tres grandes religiones históricas. Tierra Santa habla de humanidad por sus cuatro costados. Y el peregrino tendrá que orar, contemplar, celebrar y venerar muchas veces desde el bullicio, las prisas, la precariedad, el cansancio, la extenuación, el bochorno, la esterilidad, el dolor e incluso el llanto.


5.- Peregrinar a Tierra Santa es tiempo y espacio para el encuentro, el diálogo, el afecto y el respeto por las otras Religiones, especialmente el Judaísmo y el Islamismo. Esta peregrinación supone también el esfuerzo por conocer sus culturas, tradiciones y expresiones actuales de las mismas.


6.- Peregrinar a Tierra es renovada ocasión para comprobar el escándalo de la división de los cristianos y para rezar y trabajar por la unidad de todas las Iglesias y confesiones que reconocen a Jesucristo, el hijo de Tierra Santa, como su Señor.


7.- Peregrinar a Tierra Santa es realizar un apasionante recorrido por la historia de la humanidad de occidente y del próximo oriente en los últimos tres-cuatro mil años. Es sumergirse en las culturas y civilizaciones cananita, israelí, babilónica, persa, helena, romana, bizantina, musulmana, cruzada, mameluca y otomana hasta llegar a los años entre guerras del siglo XX en que el País estuvo controlado por Gran Bretaña y hasta que en 1948 nace el Estado judío de Israel y surge después la Autoridad nacional de los a día de hoy territorios autónomos palestinos.


8.- Peregrinar a Tierra Santa es experimentar la necesidad de la paz, el don de los dones del Señor de Tierra Santa. La paz ha sido muchas veces una efímera quimera en Tierra Santa. Hoy también es débil, frágil, precaria, insuficiente. No es cuestión de dividir sus habitantes entre buenos y malos, entre opresores y oprimidos. Es cuestión de contribuir a su encuentro, a su reconciliación y a su común construcción de la paz. En este sentido, el muro de Belén y de la franja de Gaza y Cisjordania no es símbolo de paz, como no son los atentados suicidas. El peregrino a Tierra Santa debe testimoniar y servir a la paz.


9.- Peregrinar a Tierra Santa conlleva para el peregrino actitudes de esfuerzo, paciencia, espera, apertura, disponibilidad, solidaridad, fe, oración, capacidad de contemplación y de admiración, espíritu de búsqueda y sencillez y limpieza de corazón.


10.- Peregrinar a Tierra Santa es el quinto evangelio. Es el encuentro con el espacio que se encontró con la Santísima Humanidad de Nuestro Señor Jesucristo. Es entender lo concreto, cotidiano, grande, humilde, limitado, precario y hermoso de la Encarnación. Es dejar hablar a las piedras, a las montañas, a los valles, al lago, al Jordán y a los caminos de Quien por ellos estuvo, anduvo e hizo el bien. Tierra Santa es la patria de Jesús y es, por ello, la patria de los que queramos ser sus seguidores, sus testigos y sus discípulos.

México D.F.


Carola Cossio Olea

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Monterrey


 Jorge Belden

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